DORA
Sería muy difícil explicar que, luego de ser presentado a la familia como el novio de Mechi –la nieta menor de Dora– en el año 2009, eventualmente yo iba a perseguir a esa abuela, cámara en mano, para retratar todo cuanto hiciera. ¿Por qué sacar esas fotos? ¿Cuál era el atractivo de retratar la vida cotidiana de una abuela de 90 años? ¿Cómo podía avanzar con un proyecto cuyo sentido no podía todavía encontrar?
Más difícil todavía sería explicar que esa presentación desembocaría, nueve años después, en cinco meses de convivencia en la casa de Dora en Villa Urquiza. Sin embargo, todo eso es cierto. Todo eso es este trabajo. Desde aquel primer momento, con Dora tuvimos una buena relación. De ahí surgieron horas enteras de charlas. Todo en compañía de la cámara. Fue durante esa convivencia que entendí la esencia de este trabajo. El proyecto era sobre nosotros. Sobre mi relación con ella y su relación conmigo.
* Trabajo realizado en 2018